martes, 28 de enero de 2014

Letras en el recuerdo

Mi vida está muy marcada por diferentes elementos, que tienen relación con ciertos hechos o acontecimientos que tienen que ver, más que nada, con las letras y el cine, la música y el cine, la danza y el cine, la psicología y el cine, la comunicación y el cine, la producción y el cine, el teatro y el cine, la actuación y el cine. Y eso. Y todo eso soy yo. Creo. O, en realidad, soy fruto de todo eso. Creo.

Mi padre me puso Marlene en honor a la actriz alemana Marlene Dietrich y creo que ese hecho marcó el rumbo de mi vida, para siempre, de manera contundente.


Así también, mi primer contacto con el mundo de las letras fue en mi infancia y no precisamente mediante libros sino a través de los periódicos locales, los cuales, en ese entonces, contaban (a mi parecer) con los mejores narradores y los más valientes y apasionados periodistas investigadores. Verdaderas delicias de trabajo investigativo y periodístico me tocó disfrutar en esta época, así como sabrosísimos cuentos cortos, entrevistas, reportajes, notas o crónicas musicales, críticas de cine y también historietas de humor y caricaturas. Significan mucho para mí los nombres de periodistas importantes como Delfina Acosta, Nila López, Carla Fabri, Lita Pérez Cáceres, Pepa Kostianovsky, Mabel Rehnfeldt, Nico Espinoza, Caló, Botti, Sergio Ferreira y Jorge Aiguadé, por sobre todo. 

Hicieron mi infancia y mi adolescencia los grandiosos segmentos periodísticos: Mbareté (de música, escrito por el maestro Sergio Ferreira, que es algo así como mi equivalente a Lester Bangs), Ni Diosas ni panteras (de personajes y farándula, escrito por Lita Pérez Cáceres), El color del cristal (reflexiones varias, escritas por Carla Fabri), La cámara de papel (críticas de cine, escritas por Jorge Aiguadé, Marlene Aponte, Sergio Ferreira), Submarino Amarillo (música, escrito por Mario Ferreiro y luego por Sergio Ferreira), el suplemento Graffiti (música, cine, actualidad, escrito por Silvio Díaz, Charly Giménez, Felipe Vallejos), todos los cuentos cortos de Delfina Acosta, Lita, Pepa, Nila, todos los reportajes de investigación de Mabel, todas las caricaturas de Caló, Botti, y Nico, los inolvidables episodios de Ñande gordopata, que me hicieron tan, tan, pero tan feliz. Y sí, te juro que no es para menos, de verdad. Cómo olvidar aquellas antológicas y magistrales combinaciones culinarias que me hacían explotar el cerebro de tan chifladas, absurdas y divertidas que eran: borí borí de chancho, kiveve con chantillí, mazamorra con sidra, reviro con mayonesa, mostaza y salsa golf, milanesa de carne con huevo, cebolla y dulce de batata. Glorioso, de verdad. Días gloriosos, en verdad. Gracias por tanto pororó cerebral, jajajajajaa!


Nutrirme de todo eso en ese entonces para mí era simplemente lo mejor. Un detalle particular es que también durante mi infancia el país estaba viviendo los primeros años de la democracia, y es justamente por eso que la década de los 90’ tiene un brillo, un despertar y un florecer muy particular, y sobre todo en Paraguay, ya que en muchos campos y muchas áreas, mucha gente pudo sentir el nacimiento de una nueva etapa, una nueva era, una nueva época, una nueva década, un nuevo rumbo. Muchos pudieron, por fin, desarrollarse y desenvolverse con más libertad, voluntad y creatividad y los medios o empresas que antes estaban cerrados, ahora podían trabajar tranquilamente. La efervescencia era palpable en todos lados, en todos los lugares, en todas las dimensiones. 

De cualquier manera, todo este análisis me sirve, más que nada, para llegar a la conclusión de que: 


1) Este hecho también marcó mi vida, ya que mi pasión por el periodismo se manifestó desde una edad muy tierna y, casualmente, estábamos viviendo en los 90’ y eso hizo que todo fuera más hermoso. 

2) Qué mucho leía antes. Me refiero a artículos periodísticos y de gente local. Ahora también leo, pero es diferente. Leo muchos artículos pero más los internacionales, de autores extranjeros. Ya no siento esa ola burbujeante de nacimiento y creatividad en el periodismo nacional como la sentí durante los 90’. Sin ánimo de desmeritar u ofender a los periodistas de la actualidad (que hay muchos buenísimos y excepcionales), pero hablo (o escribo) desde lo que pienso, percibo y veo. Ahora siento esa misma efervescencia y la veo, sí, pero plasmada en el cine nacional, en las ganas y gestiones de los realizadores jóvenes, frescos, dueños de esas futuras óperas primas que vendrán y que cambiarán nuestras vidas, después de todo el boom y el fuerte impacto que tuvo el filme nacional 7 cajas, estrenado en el 2012. 

3) El futuro es analógico, pero el presente es digital y lo digital es ágil y express, por ende estamos en tiempos en donde se tiende a subvalorar el elemento enfático de la importancia de la investigación, además de la consciencia histórica.



Por estas y por muchas otras razones le quiero mucho a la prensa escrita y a los que hacen prensa escrita, a los que escriben para la prensa escrita y a todos los escritores, cineastas, guionistas, cómicos que alguna vez escribieron para la prensa escrita. Amo la radio también. Y la tele. Pero otro día les escribiré más sobre ello.


Que viva la palabra escrita y que viva la mano que escribe y que puede escribir y, así también, volar.



Y eso.



¡Feliz Día del Periodista a todos y a todas! 

(más vale tarde que nunca, jejeje...)


:)

4 comentarios:

  1. Hola Marlene creo que ya te sigo jaja, el punto dos de este post estoy de acuerdo contigo, hay tanto de qué hablar pero muy pocos que se toman el tiempo parece contradictorio pero es real.
    Me gusta mucho el blog, hay muchas palabras como que pareciera que no terminariamos de leer pero se vuelve ligero al comenzar y muy leible, si me permitis la experesión, me llamó la atención tu tema de tesis, es super interesante, sigo esperando nuevos posts en este espacio. saludos!

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  2. Me encantó. Especialmente la parte en que mencionás por qué te llamaron Marlene. Buenísimo, de principio a fin.

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