viernes, 31 de enero de 2014

Música para entender el fin del mundo.


A continuación, comparto un hermoso texto escrito por BJÖRKpublicado en el Suplemento Radar de Página 12 el 1 de Noviembre de 1998 y titulado Música para entender el fin del mundo. Que lo disfruten y espero que el texto les sea provechoso. 


Estoy tirada en el lugar más sexy de Islandia, sobre una pila de moho en la cima de una montaña. Estoy mirando 360 grados de cielo abierto, un lago justo a mis pies y un hilo de vapor saliendo de un arroyo de agua caliente. Si tuviera que elegir algo de música para este momento, probablemente elegiría los arreglos de cuerdas del compositor contemporáneo islandés Jon Leifs.

Pienso que somos descarados, los islandeses. Los primeros pioneros que llegaron acá bautizaron el lugar Iceland (que se traduce como “tierra de hielo”). Eligieron ese equívoco nombre para poder recostarse en paz sobre esta tierra verde y grandiosa, este paraíso sin reglas, y mantener alejado al resto del mundo. Ese es nuestro gran secreto. Por eso miento cada vez que hablo de Islandia en cualquier entrevista: así la gente se mantiene alejada. Hay algunos extranjeros en Islandia, que viven acá desde hace veinte o treinta años y que hasta hablan islandés, pero siempre serán extranjeros para nosotros. No lo digo de un modo fascista, pero este lugar es diferente. Y los islandeses también.

A pesar de las creencias populares, somos muy apasionados, aunque de un modo silencioso y analítico. No es una pasión romántica, tipo Romeo y Julieta, ni tiene nada que ver con bailar tango, como en el sur. Nuestra pasión es diferente. También somos muy extremos: somos muy privados o muy extrovertidos. Los inviernos son muy fríos y tenemos que quedarnos encerrados y ocupados en algo: por eso tenemos más campeones mundiales de ajedrez que cualquier otro país. Después, cuando llega el verano y tenemos sol durante las veinticuatro horas, salimos y nos convertimos en seres sociales y extrovertidos.

Esos extremos también están en mi voz. Durante los primeros veinte años de mi vida, canté a solas, a la intemperie, donde nadie podía oírme. Caminaba al lado del océano, de los acantilados cubiertos de moho y frutas silvestres, cantando con todos mis pulmones. Brian Eno una vez me preguntó, en medio de un baño de vapor, si los islandeses éramos anarquistas. El tenía la teoría de que cada nota que yo canto no tiene relación alguna con la anterior, y que esto refleja una sociedad que, durante más de mil años, ha funcionado basada en una rara clase de anarquía. Nunca lo había pensado de ese modo, pero suena interesante.

Mi propia teoría, de todos modos, es que en Islandia no hay casi mediocridad. Ya lo dije: la gente no se mueve por el medio. Hacemos todo o no hacemos nada. Y no nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer. Nunca hemos tenido un ejército. Nunca. Fuimos una de las primeras democracias del mundo. La gente venía a Islandia huyendo del autoritarismo. Pero está mal lo que estoy haciendo, porque estoy dándoles todos los clichés: como si dijera que a todos los norteamericanos les gustan los cowboys, comer hamburguesas y ser gordos.

La escena musical en Islandia no es diferente a la de cualquier otro lugar. De alguna manera, acá hay de todo: música seria, pop y cualquier cosa. Grupos como los Beastie Boys, Rage Against the Machine y Public Enemy ocupan los primeros puestos de los rankings. Pero me parece que los extranjeros nunca entendieron esto realmente: suelen caer en la trampa de pensar que somos esquimales o que andamos jugueteando con duendes, cuando en rigor de verdad hay muchos chicos islandeses, como unos llamados Quarashi y Gus Gus, que se llevan bastante bien con las computadoras. Pero los islandeses nunca usaríamos una computadora para hacer música sofisticada. Creemos que eso es para flojos y para vegetarianos.
Tampoco somos como los demás europeos, que toman vino todas las noches. 

Nosotros nunca tomamos durante la semana, pero los fines de semana tomamos brennivín, la versión islandesa del Schnaps. Acá, los lugares para bailar son muy chicos. En Reikyavik, la capital, hay apenas 150 mil personas. Todo es muy local. Hombres y mujeres se pueden encontrar en cualquier lado. En el resto del mundo existe eso que llaman “tener una cita”, ¿no? Bueno, en Islandia no tenemos eso. Acá las cosas son más simples: la gente escucha música, se emborracha y coge.




martes, 28 de enero de 2014

Así nació el Cine



El cielo sobre Asunción y la historia sin fin


1        
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

(Cuando el niño era niño. Poema de Peter Handke, perteneciente a la escena inicial del film El cielo sobre Berlín -o Las Alas del Deseo-, de 1987, dirigido por Wim Wenders).


2
“Dicen que uno compone todo en la adolescencia, y que después recuerda. Tiene algo de verdad”.

(Charly García en una entrevista realizada por Fernando Sánchez y Daniel Riera para la Revista Rolling Stone Argentina, bajo el título Charly García recuerda. Parte 1, Mayo 2002, Pág. 30).


3
1895. Diciembre. El viejo continente. Francia. París.
La Belle Époque. Sus colores. Las ciencias. Las artes. La pintura. La música. El impresionismo. Claude Monet. Claude Debussy. El posimpresionismo. La arquitectura. Los boulevards, los cafés y los cabarets. El Moulin Rouge. Henri de Toulouse-Lautrec. Los carteles. Las ilustraciones. Los talleres y galerías de arte. Las salas de conciertos. El positivismo. La psicología. Sigmund Freud y la asociación libre. La necesidad de plasmar la realidad a través de una nueva forma de ver el tiempo. Diorama y Panorama. La química. La física. La fotografía. Nicéphore Niepce, francés, inventor de la fotografía. Las fotos en blanco y negro. Las fotos en zepia. La cámara oscura. El daguerrotipo. El taumatropo. El kinetoscopio. Thomas Alva Edison, americano, padre del kinetoscopio. La imagen en movimiento. La tecnología. La idea de capturar el movimiento por medios mecánicos. Antoine Lumiére, francés, fotógrafo, padre. Auguste y Louis Lumiére, franceses, inventores del cinematógrafo, hijos.  Cinematógrafo: aparato que servía como cámara y como proyector de imágenes en movimiento. El efecto de la persistencia retiniana de las imágenes sobre el ojo humano. La fascinación del hombre por los espectáculos ópticos. La fantasía. La magia. Lo fascinante. Lo hipnótico. Lo erótico. El poder de la ficción. Perderse en otra vida. En otras vidas. En otras historias. En otros lenguajes. En otros encuadres. En otros colores. En otros paisajes. Sumergirse en el arte. Abstraerse del mundo. Pensar. Soñar. Vivir.

La pintura ya estaba. La fotografía ya estaba. El hombre quería ir más lejos. Un invento que funcione como un espectáculo y que a su vez sea el reflejo y la extensión de la vida misma, inmortalizando así también un pedazo de tiempo en el tiempo dentro del tiempo.


4
Diciembre, 28, 1895. Nace el Cine. Primera sesión exhibida para un público comercial. Primer espectáculo de pago. En el Salón Indien del Grand Café, París, Francia. Se proyectaron varias cintas. Se destacaron Salida de la fábrica Lumiére y Llegada de un tren a la estación de la Ciotat. Los espectadores creyeron que la maquinaria del tren, la locomotora de vapor, se les venía encima. La recaudación llegó a 35 francos. La sensación fue única. La emoción de los espectadores fue colosal. El espectáculo fue un éxito. De esta manera, se marca oficialmente el inicio del Cine. Pero los hermanos Lumiére dijeron «el cine es una invención sin ningún futuro».

Los hermanos Lumiére. Los amo tanto por esto y mucho más. Lástima que poco pudieran disfrutar de toda la maquinaria que se formó luego y que todavía sigue reinante hasta el día de hoy, pese a su decadencia. Por más que no lograron divisar ningún futuro prometedor a lo lejos, ese nuevo invento, el cinematógrafo, resultó siendo, finalmente, uno de los negocios más rentables, en lo que a artes y entretenimiento respecta, claro, obvio, así como una de las más grandes industrias movilizadoras de la cultura y el pensamiento, además de (sin ánimo de desmeritar a las otras corrientes artísticas que también le hacen muy feliz a la señorita autora de este texto) ser la más placentera y apasionada de las pasiones y la más deliciosa de todas las actividades recreativas y sensoriales.




5
Mi nombre es Marlene Sautu, tengo 31, nací en Paraguay, estudié Ciencias de la Comunicación, Actuación, y en estos momentos estoy en proceso de entrega de tesis y mi gran pasión en la vida y en el mundo es el cine, en todas sus formas, colores y presentaciones.

Encuéntrome en días de tesis, de mañanas dispersas, siestas silenciosas, tardes amarillas, y noches de viento, tecleo, tereré, fisfirifi y estrellas. A veces muchas nubes, a veces mosquitos varios, a veces lunas lindas, a veces unas lluvias. Y mucho calor. Calor, calor, calor, calor, calor. Mucho aire, ventilador, pantallas, abanicos, sudor y agua. Y abundante humedad. Humedad, humedad, humedad. Encuéntrome como en una isla rodeada de tierra, como alguna vez lo dijera Roa Bastos. Asunción del Paraguay, capital de mis amores, tus naranjos y tus flores (en especial la Mary Jane) son lo más de la galaxia y tu gente es sin igual. Eso sí.

Encuéntrome en días de verano, de mucha lectura, mucha teoría y análisis, mucha historia del cine, mucha investigación, mucho retroceder en el tiempo, ir para atrás, buscar, a veces encontrar, a veces no encontrar, a veces inspirarte, a veces frustrarte, a veces ver claro, a veces ver negro.  Y las preguntas, muchas preguntas, por todos lados preguntas, todo el tiempo preguntas, qué desea cenar, señorita, “Preguntas en almíbar”, gracias, besis.

Encuéntrome en jornadas de escritura intensa, de estados colosales y adrenalínicos e inspiradores de continuo tecleo, sin parar. A veces, siento que estoy surfeando sobre la cresta de la ola de mi inspiración y vuelo. Otras veces, siento que estoy componiendo algo así como ópera rock. No sé por qué. Tal vez por el tecleo. Si bien no tengo un piano igual tengo a mi laptop y a sus teclas y con eso basta. Es como casi lo mismo, pero en otra dimensión. Digo. No sé. Se me ocurre.


6
Para la obtención de la licenciatura de la carrera de ciencias de la Comunicación, el tema de mi tesina es: Análisis de las críticas cinematográficas de Jorge Aiguadé, publicadas en el diario ABC Color, entre marzo y junio de 1998.

Para el amable lector o la amable lectora que continuó y continúa leyendo este humilde texto y llegó hasta aquí, hasta esta parte de la lectura, y no murió ahogado o ahogada en este mar de palabras y se está preguntando ahora mismo quién es el Señor Jorge Aiguadé, quiero que sepa que voy a sentirme muy feliz de poder contarle un poquito (a través de este medio tan hermoso, que es la escritura) sobre este querido y muy admirado hombre, hijo, hermano, tío, maestro, referente, escritor, licenciado en letras, profesor superior de francés, eminencia del periodismo paraguayo y la cultura y tal vez el mejor crítico de cine y teatro que haya tenido nuestro país, en toda su historia. Y no estoy exagerando, de verdad. Posta.

Además de dedicarse a la crítica de cine y teatro, Aiguadé también tuvo una carrera literaria interesante y rica. Poeta, cuentista, narrador, ensayista, ya desde la adolescencia, ganó varios concursos literarios de cuentos y poesía, a tanto a nivel local como internacional. En 1974 recibió una mención en el Concurso de Cuentos "Hispanidad 74" del Centro Paraguayo de Cultura Hispánica y, en 1976, el premio de "Joven Sobresaliente del Año" otorgado por la Cámara Junior de Asunción. Un año después, en 1977, Radio Primero de Marzo lo declaró "Representante del Año de la Literatura Nacional". En 1988 fue honrado con una mención especial en el Concurso de Cuentos "Néstor Romero Valdovinos" del diario Hoy.

Graduado en Letras por la Universidad Católica de Asunción, desde 1975 escribió con regularidad en las publicaciones Sendero, Diálogo y Criterio y pronto se vuelve colaborador regular y profesional de los diarios Hoy, La Tribuna y ABC Color. Así también, fue el autor de Antología del Teatro clásico paraguayo, publicado en 1997; autor del prólogo y de la selección de obras de Teatro Escogido, publicado en 1996, consistente en una colección de obras breves de teatro, cuya autoría corresponden a Josefina Plá, escritora española que dejó huellas imborrables en la cultura paraguaya, en especial en las artes plásticas y el teatro; y, como si esto fuera poco, fue prologuista de la obra Cuentos Completos, publicada en 2003, consistente en la colección completa más completa de todos los cuentos (tanto previamente publicados, como inéditos) de don Augusto Roa Bastos, estandarte e insignia máxima de la literatura paraguaya. En Cuentos Completos, Aiguadé aportaba su legado (de manera póstuma) realizando el prólogo, y haciendo un análisis de la narrativa de Roa, sus influencias, características y su lenguaje como representante de la literatura latinoamericana de nuestro tiempo.

En Paraguay, el nombre de Jorge Aiguadé tal vez no suene o no se encuentre archivado en la biblioteca mental de muchas personas, en especial de las que no acostumbraban a leer el periódico, así como todas las personas que hayan nacido a mediados o finales de los 90, puesto que Aiguadé ejerció su profesión de crítico de cine y teatro, principalmente en el diario Abc Color, primero a mediados de los años '70 y luego en su segunda etapa, quizá la más fructífera e influyente para nuestro medio e historia, que se dio desde comienzos de los 90 hasta su fallecimiento, en marzo del 2002. En esta segunda etapa de su trabajo como crítico, durante los 90’, fue la etapa en la cual el alcance de su obra se volvió casi masivo y popular, en especial para los amantes de la cinefilia a nivel local y para cualquier persona apasionada por el arte y el vicio preciado de la lectura.

Jorge Aiguadé tuvo la osadía de haber nacido en un país tan hermoso, tan virgen, tan verde pero tan aislado del mundo, la modernidad y la actualidad, como lo es Paraguay. Nació exactamente en Asunción, el 26 de noviembre de 1949, siendo el mayor de cinco hermanos (dos hombres y tres mujeres). Por esta razón, Aiguadé no pudo ser conocido ni leído mundialmente como otros críticos de gran renombre y alcance como lo fueron, por ejemplo, el célebre americano Roger Ebert (ganador del Premio Pulitzer en 1975) o el crítico y teórico francés André Bazin (fundador en 1951 de la icónica revista de cine Cahiers du Cinema y padre ideólogo de la Nouvelle Vague francesa). Estas dos puntas y referencias históricas y teóricas, una en Francia y la otra en Estados Unidos, conforman con Aiguadé mi triangulo de análisis teórico sobre la importancia y la influencia de la crítica en el cine y en su historia, además del desarrollo de la crítica constructiva, tipo de crítica aplicada tanto por Bazin como por Ebert, y que está claramente desarrollada en las críticas realizadas por Aiguadé el año y el tiempo en el que las salas asuncenas estrenaron Titanic, En busca del destino, Los Angeles al Desnudo, El oro de Ulises, Full Monty, Mejor imposible, entre otras. Así también, el tiempo de análisis (1998) es el mismo en el que Paraguay continúa sancionado por Disney a causa del enorme índice de piratería de películas (en formato VHS, en ese entonces) y también coincide con el período en el que las salas grandes de cine comienzan a cerrar a raíz de la crisis económica reinante, dando de esta manera más participación y respaldo a las micro salas, instaladas dentro de los nuevos Shoppings que acababan de construirse e inaugurarse en nuestra capital.

Un detalle extra en la vida de este gran hombre del cine y de las letras: Aiguadé nació con una rara enfermedad, una neuropatología consistente en una atrofia muscular espinal de tipo 3 y que hoy día se la conoce con el nombre de Síndrome de Kugelberg. Esta extraña enfermedad, (que durante su niñez, debido a que se desconocía totalmente sobre ella y su origen, algunos médicos extranjeros aseguraron que podía tratarse de parálisis infantil, pero no fue así), hizo que él se manejara siempre sólo y mediante una silla de ruedas  y siempre acompañado de un asistente, puesto que esta enfermedad significaba un atrofiamiento neuromuscular, tanto externo como interno y él no podía manejar sus extremidades (así como tampoco podía mover su tronco, cuello y cabeza) de manera independiente. A mediados de los 90’, debido a que comenzaron a atrofiársele ambas manos, además de su voz (que fue perdiendo fuerza y volúmen), tuvo que dejar de escribir él mismo. Pero este inconveniente no impidió que dejara de hacer sus fabulosas críticas. La solución para esta dificultad fue contratar a una asistente de redacción que se encargara de escribir lo que él le iba dictando.

Cuando Aiguadé nació, le dieron 30 años de vida. Sin embargo vivió hasta los 52.





7
Como dato personal (que no aporta ni agrega tres cerezas al respecto, pero que la autora de este texto igual lo quiere compartir), Aiguadé llegó a mi vida una mañana de domingo primaveral de 1995. Yo tenía 13 años, ya estaba en el Colegio Secundario y era una soñadora amante del cine (y de hecho, creo que en eso no cambié, jeje). En casa se acostumbraba a comprar el periódico, en especial los domingos y en especial Abc, que era el diario más leído. Antes, para enterarte de lo que pasaba en el país y en el mundo, tenías que comprar el periódico o escuchar la radio o ver la tele. Hoy día, basta que con que entres a las redes sociales y ya está, listo, todo está al alcance de todos. Qué loco, no? En fin. Aquel domingo florido de 1995, también sentía que todo estaba a mi alcance, pero de manera más analógica, claro. Es una de las cosas mágicas que tuvo, tiene y siempre tendrá el periodismo: su enorme poder de alcance. Es por eso que muchos escritores de la historia estuvieron fuertemente influenciados por el periodismo y hasta muchos llegaron a dedicarse a la prensa escrita, en sus inicios. Aunque sigan habiendo nuevos referentes, también se trata de una cuestión generacional. 

Aquella mañana de 1995, gracias a ese ejemplar de ABC, además de reírme con las historietas de humor, los dibujos divertidísimos de Caló, las notas musicales de Sergio Ferreira y los cuentos cortos de Delfina Acosta y Lita Pérez Cáceres, publicados en la revista dominical, se me ocurrió también visitar el área de Arte y Espectáculos y ahí, en la página 55, dentro de un segmento denominado La Cámara de Papel, rezaba el título de la crítica de dos películas que se estaban exhibiendo en el hoy desaparecido Cine Yguazú: Basinger y Madonna erotizan el Yguazú. Esas dos películas eran La fuga (con Kim Basinger y Alec Baldwin) y Juegos peligrosos (con Madonna, Harvey Keitel y gran elenco). Está demás decir que gracias a sus críticas me entraron unas ganas enormes de querer ir a ver ambas pelis, tan eróticas y prohibidas, como él las describió.  Obviamente, sabía que por el tema de mi edad, no me iban a dejar entrar entonces ni insistí. Por supuesto, está demás recalcar que adoré ambas críticas. Me encantaron. Su manera de analizar cada película, de situarlas en su tiempo y espacio, su pasión por el cine, su estilo, su sapiencia cinematográfica, su lenguaje, su sarcasmo, su ironía, su humor. Todo. El flechazo fue instantáneo y automático, totalmente involuntario y visceral, como todas las pasiones intensas vividas en la adolescencia. Desde ese día comencé a leerlo y a guardar todas sus críticas, que, por cierto, las tengo conservadas hasta el día de hoy, divinas, hermosas e intactas. Como joyas preciosas. Porque eso son. Es como casi lo mismo, pero en otra dimensión.

Las críticas de todas las películas que marcaron mi vida y mi adolescencia, porque humildemente creo todo lo que te sucede o todo lo que uno almacena entre los 12 y los 20 es lo que te marca de por vida, por siempre. Ahí es donde se comienza a dibujar tu figura interior. Ahí es donde uno se carga, se nutre, consume, archiva, guarda y luego, con el correr del tiempo, lo va usando y asimilando de a poco. Por eso, todo el tiempo, estamos volviendo a nuestra adolescencia o buscamos volver, por alguna razón. Hay veces en que necesitamos mirar atrás para volver a encontrarnos y recordar quiénes somos y adonde estábamos queriendo ir. Lo mismo sucede con todo. Y lo mismo pasó conmigo. A lo mejor por eso el cine me marcó tanto en el alma, puesto que gracias a Aiguadé, gracias a su amor por el cine, gracias a sus críticas magistrales, pude consumir una gran cantidad de películas en mi adolescencia y, además, durante la mimadísima década de los '90. Ahora miro de manera retrospectiva y me doy cuenta en la delicia que implica ser hija de los años '90. Creo que ese fue el período de mi vida en donde ví más cine y en el cine.

Doce Monos, Apollo 13, Poderosa Afrodita, Sensatez y sentimientos, Il Postino, Pecados capitales, Babe, Adiós a las Vegas, Casino, El Paciente Inglés, El quinto elemento, Trainspotting, El pueblo contra Larry Flynt, Jackie Brown, Fargo, En busca del destino, Todos dicen te quiero, Full Monty, La boda de mi mejor amigo, Titanic, El oro de Ulises, La delgada línea roja, Rescatando al Soldado Ryan, Shakespeare apasionado, Magnolia, El club de la pelea, Ojos bien cerrados, Belleza americana, American Pie, etc, etc, etc, etc. Pertenezco a la misma generación que creció amando y venerando estas pelis como su vida y también creció amando y venerando a Aiguadé por hacer que estas pelis sean más entrañables para nosotros.

También pertenezco a la misma generación que tuvo el privilegio de ir a esos templos en donde se olía cine y de verdad. Me refiero al Cine Cosmos, Cine Premier, Cine Guaraní, Cine Yguazú, Cine Victoria. Hoy día estos templos sagrados del cine se convirtieron (en su gran mayoría) en templos de oración de religiones evangélicas. Todo bien con las religiones, puesto que el cine también lo es. Y todo bien con el culto, en vista a que el cine también lo es. Pero es triste que aquí el cine no tenga físicamente su templo correspondiente, como debería ser.





8
De todas las imágenes de todas las películas que tuve la oportunidad de ver a lo largo de mi vida y que se encuentran almacenadas en mi disco duro físico, personal y sentimental, de todas esas imágenes en movimiento que representan al cine, las más recurrentes de todas, al menos por estos días, son las de unas escenas de El cielo sobre Berlín (Wim Wenders, 1987) donde Homero, el anciano cuentista (que representa el pasado de un pueblo que no se debe olvidar), es acompañado por Cassiel, uno de esos hermosos ángeles grises, en su recorrido por la Biblioteca Nacional y por unas edificaciones en las afueras de la ciudad que fueron habitadas en sus años de juventud pero que ahora se encuentran descampadas, como una ciudad desierta, sin residentes.

Me veo así. Me siento así. Como el viejo narrador que representa al pasado y lucha para que el mundo siga teniendo la consciencia de su infancia, sus recuerdos y su memoria. La importancia de su inocencia y su memoria. Y siento y veo a Aiguadé como ese ángel hermoso y gris, acompañándome y guiándome en este viaje intenso a través del tiempo, de la memoria, del análisis, de las palabras, de la semiología, de la disciplina, de la perseverancia, del cine, de los recuerdos, de su carga vivencial y artística, de su aporte, de su historia, de nuestra historia, de mi historia, de mi adolescencia, de las imágenes, del movimiento, de las ideas y conceptos, de las teorías del cine, la comunicación y el periodismo, de la crítica de arte, de la crítica de cine, del lenguaje, la estética y la moral. 

No sé si hay gente que menciona lo emocionalmente desgastante que resulta hacer una tesina, como toda obra literaria, como toda obra artística, como toda obra científica. Aparte de todo el trabajo mental, físico, intelectual también interviene el elemento emocional, ya que para abordar y trabajar un tema es primordial que exista una motivación que conduzca el espíritu del trabajo. Y en particular, este humilde laburo se basa mucho en la búsqueda de respuestas que tardaron y a veces tardan en aparecer debido a que lastimosamente carecemos (los paraguayos) de la importante costumbre del registro de nuestra historia y nuestra cultura.

Hay libros sobre ciertos temas que aún no se escribieron, biografías de héroes anónimos que todavía no vieron la luz, eventos o anécdotas (de carácter histórico o artístico) que no se registraron o documentaron, periódicos de la época que se perdieron y no se encuentran en ninguna biblioteca ni en ningún centro cultural ni en ningún lugar, materiales históricos, fundamentales para nuestra memoria, como rollos de películas en 35mm, cassettes en BetaCam, Umatic, DVC Pro, fotos, archivos que se perdieron, dañaron, lastimaron y (los que corrieron con más suerte) fueron hallados, algunos en subastas, otros en mercados de pulgas y muchos otros (la gran mayoría) en el basural inmenso de Cateura, luego de que el nuevo dueño de un Canal de TV, ordenara como primera tarea, al asumir su cargo nuevo, la eliminación de todo ese material de archivo y del patrimonio de nuestra cultura, debido a que no contaban con un lugar ideal para su cuidado y mantenimiento. La inconsciencia sobre la importancia del registro es una herida que me duele como ciudadana de este país que es tan rico, pero a su vez tan pobre en muchas áreas.

9
Si me siento como Homero, el anciano cuentista de El cielo sobre Berlín, no es porque me considere una escritora de vasta experiencia, sabiduría y riqueza cultural (como sí lo era el personaje del filme de Wenders). No, qué descaro, qué bah, nada que ver. Si siento esa identificación es porque puedo sentir con esta tesina, con este trabajo, la intensidad de un cansancio que suele materializarse a veces, tanto en lo físico, como en lo mental, lo artístico, intelectual y emocional. Y a veces se acentúa más aún teniendo en cuenta la particularidad de la búsqueda constante y la significancia que implica la labor de construir algo sobre la obra (que sí está presente) y que proviene de alguien que ya no está físicamente entre nosotros. De todas formas, sé que todo esto forma parte de mi fragilidad y mi intolerancia a muchas cuestiones y sé que me estoy quejando y victimizando al santo botón, ya que después de toda esta inversión de tiempo y energía, quemando pestañas y fritando de bulbos, una vez finalizado el trabajo, una vez impresa la tesina, una vez aprobada, corregida y defendida, sentiré un vacío raro y existencial, lo más parecido a una resaca emocional. Algo así como la insoportable levedad del ser.

En este momento de mi vida, siento el peso gigante de la necesidad y responsabilidad de que mucha gente en mi país y en todo el mundo sepa quién era Jorge Aiguadé y puedan así disfrutar de él y su legado. Llega un momento en el que la historia que uno quiere contar se vuelve más inmensa que uno mismo, y ese es el momento en el que ya no importa tu firma, o tu sello o tu yo, nada. Lo único que importa es sólo la historia y su protagonista o sus protagonistas. El poder de esa historia y su influencia y aporte. Su alcance, su llegada, su trascendencia y de esta manera, su triunfo. 

Según el realizador mexicano Guillermo del Toro, "si hay una historia que quieres contar, hay que contarla".

Con el paso del tiempo en lugar de respuestas, suelen llegar más preguntas. Con el paso del tiempo en lugar de calma, la intranquilidad puede ser una constante. Con el paso del tiempo, uno se va fatigando más fácilmente y la quietud puede llegar a vendernos espejismos de manera frecuente. Por eso, debemos mantenernos fuertes, aferrarnos a la voluntad y apegarnos al movimiento. Es lo único que logrará salvarnos de nuestro Apocalipsis. El movimiento.





10
Au revoir!

Tiempo atrás, la escritora y directora newyorkina Susan Sontag, publicó un ensayo en donde hablaba de la decadencia del cine en estos tiempos. Es importante señalar que si el cine está de decadencia, la crítica de cine también lo está.

Ya no se brinda importancia al análisis, ni al desglose y al desmenuce, ni nada. Lo express es lo dominante en nuestro día a día, en muchos sentidos. Y también en lo que se refiere a críticas o periodismo cultural.

Son tiempos en donde la televisión se encuentra por encima del cine a cuanto a contenido, calidad técnica y participación de figuras destacadas. Son tiempos en donde el cine ya no es un lugar de reflexión y pensamiento, sino un lugar de puro entretenimiento y dispersión. La gente vive muy aceleradamente y no tiene tiempo ni quiere ir al cine a pensar de manera existencial sobre nosotros y nuestro destino. No. La gente, por lo general, hoy día, busca ir al cine para desenchufarse de la rutina, relajarse y divertirse con algo ágil, bien digerible y entretenido, que no le genere conflictos de ningún tipo. Antes, no pasada eso. 

Pero antes era antes y ahora es ahora. Y estos son tiempos de internet, e-books, blogs, webs, tweets, reseñas, notas express y comentarios breves, por eso la reivindicación del rescate de la crítica, y de su poder, importancia e influencia son necesarios para salvar al cine. El cine no puede verse, no puede mirarse a sí mismo, ni hacerse un auto análisis sin ayuda de la crítica. La crítica, así como la cinefilia (que era lo que sostenía Sontag en su ensayo), son lo único que podrán salvar al cine en el futuro.

La historia se repite, siempre volvemos al inicio y el futuro es, sin dudas, analógico, pese a toda la tecnología reinante y galopante de ésta, nuestra era moderna, express cibernética y digital. Esa es mi reflexión final o casi final, ya que mi reflexión final-final vendrá cuando termine la tesis, que aún está sin acabar y que por eso hasta el momento sigue siendo una historia sin fin, próxima a ser culminada.

Para despedirme, después de hablarles sobre Aiguadé, les dejo con un poco de él, de su obra inmortal que nos habla desde el pasado, desde el universo de las letras, a través del tiempo y del espacio. Aquí va un fragmento de la crítica del filme El cartero (Il Postino, Michael Radford, 1995) publicada en ABC Color, el domingo 17 de marzo de 1996:

El poder y la magia de la palabra, la idea de la poesía que transmite esta película, por otro lado, son profundamente fieles a la concepción nerudiana. La poesía capaz de encender el amor en el hombre, de transformar la realidad por el amor, de comprometer al hombre con su semejante, ideales tan caros a nuestro máximo poeta latinoamericano, está fielmente expresada en esta historia. Mario no sólo consigue enamorar a su Beatrice (la bellísima Maria Gracia Cucinotta) con la poesía que copia de los libros de Neruda, sino que, antes, es la poesía la que prepara a Mario para ser capaz de recibir el amor, ser sensible a la belleza. Es también la poesía y la palabra las que llevan a Mario al compromiso político. Y, otra idea profundamente nerudiana, Mario es un fiel representante del pueblo; es decir, de la inocencia, fuente primordial de la magia y la poesía. Por eso la frase que dice el protagonista al poeta, defendiéndose, es todo un manifiesto: “La poesía no pertenece a aquellos que la escriben, sino a aquellos que la necesitan…”. De yapa, el filme nos refleja un momento histórico de la vida de Neruda, el del exilio en el que escribió Los versos del Capitán.

El lenguaje deliberadamente ingenuo del filme no le impide la profundidad, y la profundidad no le impide ser divertido y lleno de buen humor. Simple y tierno, la maestría cinematográfica está presente en no hacerse sentir. (Massimo) Troisi, realiza un trabajo ejemplar. Más allá de los Oscar que El Cartero recoja a fines de este mes, es indudable que estamos ante una de las más bellas películas de este año”.


Letras en el recuerdo

Mi vida está muy marcada por diferentes elementos, que tienen relación con ciertos hechos o acontecimientos que tienen que ver, más que nada, con las letras y el cine, la música y el cine, la danza y el cine, la psicología y el cine, la comunicación y el cine, la producción y el cine, el teatro y el cine, la actuación y el cine. Y eso. Y todo eso soy yo. Creo. O, en realidad, soy fruto de todo eso. Creo.

Mi padre me puso Marlene en honor a la actriz alemana Marlene Dietrich y creo que ese hecho marcó el rumbo de mi vida, para siempre, de manera contundente.


Así también, mi primer contacto con el mundo de las letras fue en mi infancia y no precisamente mediante libros sino a través de los periódicos locales, los cuales, en ese entonces, contaban (a mi parecer) con los mejores narradores y los más valientes y apasionados periodistas investigadores. Verdaderas delicias de trabajo investigativo y periodístico me tocó disfrutar en esta época, así como sabrosísimos cuentos cortos, entrevistas, reportajes, notas o crónicas musicales, críticas de cine y también historietas de humor y caricaturas. Significan mucho para mí los nombres de periodistas importantes como Delfina Acosta, Nila López, Carla Fabri, Lita Pérez Cáceres, Pepa Kostianovsky, Mabel Rehnfeldt, Nico Espinoza, Caló, Botti, Sergio Ferreira y Jorge Aiguadé, por sobre todo. 

Hicieron mi infancia y mi adolescencia los grandiosos segmentos periodísticos: Mbareté (de música, escrito por el maestro Sergio Ferreira, que es algo así como mi equivalente a Lester Bangs), Ni Diosas ni panteras (de personajes y farándula, escrito por Lita Pérez Cáceres), El color del cristal (reflexiones varias, escritas por Carla Fabri), La cámara de papel (críticas de cine, escritas por Jorge Aiguadé, Marlene Aponte, Sergio Ferreira), Submarino Amarillo (música, escrito por Mario Ferreiro y luego por Sergio Ferreira), el suplemento Graffiti (música, cine, actualidad, escrito por Silvio Díaz, Charly Giménez, Felipe Vallejos), todos los cuentos cortos de Delfina Acosta, Lita, Pepa, Nila, todos los reportajes de investigación de Mabel, todas las caricaturas de Caló, Botti, y Nico, los inolvidables episodios de Ñande gordopata, que me hicieron tan, tan, pero tan feliz. Y sí, te juro que no es para menos, de verdad. Cómo olvidar aquellas antológicas y magistrales combinaciones culinarias que me hacían explotar el cerebro de tan chifladas, absurdas y divertidas que eran: borí borí de chancho, kiveve con chantillí, mazamorra con sidra, reviro con mayonesa, mostaza y salsa golf, milanesa de carne con huevo, cebolla y dulce de batata. Glorioso, de verdad. Días gloriosos, en verdad. Gracias por tanto pororó cerebral, jajajajajaa!


Nutrirme de todo eso en ese entonces para mí era simplemente lo mejor. Un detalle particular es que también durante mi infancia el país estaba viviendo los primeros años de la democracia, y es justamente por eso que la década de los 90’ tiene un brillo, un despertar y un florecer muy particular, y sobre todo en Paraguay, ya que en muchos campos y muchas áreas, mucha gente pudo sentir el nacimiento de una nueva etapa, una nueva era, una nueva época, una nueva década, un nuevo rumbo. Muchos pudieron, por fin, desarrollarse y desenvolverse con más libertad, voluntad y creatividad y los medios o empresas que antes estaban cerrados, ahora podían trabajar tranquilamente. La efervescencia era palpable en todos lados, en todos los lugares, en todas las dimensiones. 

De cualquier manera, todo este análisis me sirve, más que nada, para llegar a la conclusión de que: 


1) Este hecho también marcó mi vida, ya que mi pasión por el periodismo se manifestó desde una edad muy tierna y, casualmente, estábamos viviendo en los 90’ y eso hizo que todo fuera más hermoso. 

2) Qué mucho leía antes. Me refiero a artículos periodísticos y de gente local. Ahora también leo, pero es diferente. Leo muchos artículos pero más los internacionales, de autores extranjeros. Ya no siento esa ola burbujeante de nacimiento y creatividad en el periodismo nacional como la sentí durante los 90’. Sin ánimo de desmeritar u ofender a los periodistas de la actualidad (que hay muchos buenísimos y excepcionales), pero hablo (o escribo) desde lo que pienso, percibo y veo. Ahora siento esa misma efervescencia y la veo, sí, pero plasmada en el cine nacional, en las ganas y gestiones de los realizadores jóvenes, frescos, dueños de esas futuras óperas primas que vendrán y que cambiarán nuestras vidas, después de todo el boom y el fuerte impacto que tuvo el filme nacional 7 cajas, estrenado en el 2012. 

3) El futuro es analógico, pero el presente es digital y lo digital es ágil y express, por ende estamos en tiempos en donde se tiende a subvalorar el elemento enfático de la importancia de la investigación, además de la consciencia histórica.



Por estas y por muchas otras razones le quiero mucho a la prensa escrita y a los que hacen prensa escrita, a los que escriben para la prensa escrita y a todos los escritores, cineastas, guionistas, cómicos que alguna vez escribieron para la prensa escrita. Amo la radio también. Y la tele. Pero otro día les escribiré más sobre ello.


Que viva la palabra escrita y que viva la mano que escribe y que puede escribir y, así también, volar.



Y eso.



¡Feliz Día del Periodista a todos y a todas! 

(más vale tarde que nunca, jejeje...)


:)